martes, 26 de septiembre de 2017

CUENTO SIMPLE DE LA BELLEZA

EL PEQUEÑO DILEMA DE LA PRINCESA

Era una mañana de otoño en el castillo. La Princesa Sofía era ahora la dueña de él, pues su padre había muerto hace menos de un mes por una terrible enfermedad que contrajo en el mar muerto en una de sus expediciones y su madre había desaparecido cuando ella era muy pequeña. Ahora era la líder de su futuro y la única heredera del castillo.
Esa mañana Sofía tomó la decisión de buscar un príncipe para casarse y dividirse el poder. Lo había empezado a pensar desde la muerte de su padre por tanto ya tenía todo preparado, ahora solo necesitaría llevarlo a cabo. En sus planes estaba escrito que debía arreglar una ceremonia de presentación. En el baile conoció muchos apuestos príncipes, o por lo menos eso decían sus sirvientas, porque para ella ninguno había sido totalmente de su agrado como para contraer matrimonio. Cuando la ceremonia finalizó la Princesa tenía muchos números telefónicos de príncipes, pero todavía no se había decidido por uno.

Ella no entendía por qué las mujeres del reino se habían enamorado tan fácil y ella no, así que decidió buscar un poco sobre la perspectiva, el buen gusto, la belleza entre otros temas muy relacionados. Después de su implacable búsqueda encontró muchas posibles razones. Una era que la belleza dependía de los gustos de cada persona o sea que era subjetiva; si a ella le atraían los altos un bajito no iba a causar ninguna emoción en ella. Otra era que no existe una belleza establecida, la belleza tiene muchos tipos y formas, no existe algo que sea aceptado por todos como lindo o sea no es totalmente objetivo; si a ella le gusta el cabello negro a alguien en el mundo probablemente no le guste. Y lo último que le pareció interesante fue que no existe algo totalmente feo, de forma que para ti puede ser lindo pero para mí no. En este punto la Princesa ya se sentía preparada para encontrar a ese chico de sus sueños que aún no podía imaginar.

De camino al castillo del Príncipe Cabeza Cuadrada se encontró una cría de Dragón Boreal, lo recogió y siguió caminando con él en sus brazos, mientras pasaba por el pueblo comenzó a llover y tuvo que buscar un paraguas en uno de los negocios. Cuando entró a la tienda vio un muchacho, simple, un cualquiera, sin mucho dinero ni estudios pero muy amable y atento, y sobre todo el causante de emociones en la princesa. La Princesa muy confiada pidió el paraguas y espero a que el muchacho se le acercara demostrándole interés, cosa que no pasó así que le tocó dar el primer paso; hablarle: se dirigió hacia él con las esperanza de que el casi se arrodillara a sus pies pero tampoco fue así, el muchacho al verla tan coqueta le pregunto que si estaba bien y si se le ofrecía algo. La Princesa muy confundida por la ineficacia de su estrategia salió del almacén y siguió su camino. 
Cuando la Mamá del muchacho dio cuenta de que él Chico había tratado a la Princesa como una cualquiera le pregunto qué porque había sido tan ignorante y no había aprovechado que la Princesa se había sentido atraída por él, a lo cual el joven simplemente respondió -No es mi tipo. La Madre dejo de insistir, luego recordó que la Princesa había olvidado el paraguas que había pagado, así que mando al muchacho a buscarla y entregárselo. El indiferente a lo que sucedía cogió el paraguas y fue detrás de ella. No tardó mucho en alcanzarla pues ella iba con tacones lo que la hacía muy lenta. Cuando la Princesa lo vio se ilusionó pensando que él iba por ella, pero luego se dio cuenta que solo era por el paraguas aun así ella no se quedó callada y le dijo -Acaso no te parezco atractiva? He estado insinuándote que me gustas! A lo que el Joven respondió -Lo siento pero no causas en mi lo que yo produzco en ti. De esta forma la princesa continuó su camino y el joven regreso a su casa. 
Más adelante cuando la Princesa ya estaba cruzando el bosque para llegar al castillo del Príncipe Cabeza Cuadrada se le apareció una Dragona Boreal grande, la cual parecía ser la madre del chiquitín que la Princesa había encontrado antes. Para evitar problemas con la Dragona se lo entrego sin ningún problema y le pidió una foto, así que se tomaron una selfie los dos dragones y la Princesa.
Tomado de: https://ined21.com/wp-content/uploads/LA-PRINCESA-Y-EL-DRAG%C3%93N-04-INED21.jpg
Casi al final del bosque la Princesa encontró una bolsa de un kilo llena de oro puro, en ese momento pensó: para qué me quiero casar? Qué beneficios trae? Con este oro que acabo de encontrar no cubro ya todos mis gastos? Ahí de repente tomo la decisión de quedarse soltera y no contraer matrimonio a cambio de que quedase perdidamente enamorada de un joven. 
Y así fue, años después la Princesa empezó a pintar, era muy buena si me lo preguntan, se enfocaba en retratar la naturaleza, en especial a los dragones. A veces era muy criticada por el público por la forma en que expresaba su punto de vista de belleza para un dragón. También otras personas decían que su arte era perfecto, tan colorido y real, cada persona con una opinión diferente. Al principio cualquier comentario negativo hacia una de sus obras la lastimaba mucho, en algunos casos la llevaba a quemar la pintura; después fue aprendiendo que no siempre se podía complacer a todos y que mientras una pintura le transmitía a alguien tristeza o dolor a otra persona le podía transmitir ira o rencor, y lo único que iba hacer a su pintura realmente bella era que produjera una emoción o sentimiento cualquiera en el espectador.
Finalmente la Princesa nunca volvió a buscar un hombre ideal desde que cayó en cuenta que la belleza era tan falsa y que quizás nadie jamás la podría satisfacer. Ya era muy adulta y además sufría de cáncer de piel así que su tiempo en la tierra no fue muy extenso. Buscó un próximo heredero y para no cometer un error dejo al niño que naciese el día de su muerte. Después se encargó de vender sus pinturas, lo cual fue muy fácil pues en la ciudad amaban la falta de cotidianidad. Y por último organizó como sería su funeral, dónde sería enterrada y qué diría su epitafio, ahí redacto unas cuantas palabras de lo que más dilemas le había causado en su corta vida; la belleza y su relatividad. Así que escribió: “Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla”. 
Semanas después murió. Todos sus deseos de acuerdo a su funeral fueron cumplidos, fue enterrada en el bosque donde había visto a la Dragona Boreal por primera vez. Esa misma noche nació el niño que sería heredero del trono y por tanto del pueblo. Y no es por nada pero el pequeño príncipe era muy bello.

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